El río Asón culmina su recorrido en la costa oriental de Cantabria, en un lugar donde el agua dulce y la salada se funden para crear un ecosistema de gran valor, las marismas de Santoña, Victoria y Joyel. Este espacio, reconocido como uno de los humedales más importantes del norte de España, es un punto clave en las rutas migratorias de aves procedentes de Europa y África. La riqueza natural de esta zona no solo se refleja en su avifauna, sino también en la diversidad de hábitats que coexisten en armonía.

La desembocadura del Asón se caracteriza por la presencia de marismas, estuarios, praderas intermareales y canales mareales que cambian de aspecto con el ritmo de las mareas. Esta dinámica, unida al aporte constante de nutrientes del río, crea un entorno fértil que sostiene a miles de aves y numerosas especies de peces, moluscos y crustáceos. El paisaje, marcado por contrastes de agua, vegetación y cielo, es un reclamo tanto para los científicos como para los amantes de la naturaleza.

Además de su valor ecológico, esta área se ha convertido en un ejemplo de la necesidad de preservar espacios naturales frente a amenazas como la contaminación, la pérdida de hábitat y el cambio climático. Gracias a su protección como parte del Parque Natural de las Marismas de Santoña, Victoria y Joyel, y su inclusión en la Red Natura 2000, la desembocadura del Asón mantiene su papel como refugio de biodiversidad.

Un enclave estratégico para las aves migratorias

La desembocadura del Asón es un punto fundamental en numerosas rutas migratorias de aves que viajan miles de kilómetros cada año. Durante el otoño y la primavera, este humedal se convierte en una zona segura para especies que cruzan continentes, como la espátula común, el ánade silbón o el archibebe común. En este lugar encuentran alimento y descanso antes de continuar su travesía hacia zonas de cría o invernada. La abundancia de presas como pequeños peces, crustáceos y larvas convierte este enclave en una auténtica despensa natural.

No solo las aves migratorias utilizan este espacio. Durante todo el año, especies residentes como el martín pescador, la garza real y el cormorán grande dependen del equilibrio de este ecosistema. La combinación de hábitats (marismas, canales y arenales) ofrece refugio y zonas de cría que resultan vitales para su supervivencia. La interacción entre las mareas y el flujo de agua dulce crea condiciones perfectas para mantener la biodiversidad.

El reconocimiento de la desembocadura del Asón como Zona de Especial Protección para las Aves (ZEPA) y su integración en la Red Natura 2000 no es casualidad. Estos sellos garantizan que se tomen medidas de gestión y conservación que limiten actividades humanas perjudiciales. Sin embargo, la presión turística y el desarrollo urbanístico siguen siendo retos que requieren una vigilancia constante, con el fin de reservar la función de este enclave como el santuario que es.

Biodiversidad más allá de las aves

Aunque las aves son las protagonistas más visibles de la desembocadura del Asón, su biodiversidad se extiende mucho más allá. Los estuarios y marismas sirven de criadero y zona de alimentación para numerosas especies de peces como la lubina, el lenguado y la anguila europea, esta última catalogada como especie en peligro crítico. Estos peces no solo sostienen la cadena trófica local, sino que también tienen importancia para la pesca artesanal.

La vegetación de ribera y la flora específica de marismas, como la salicornia y el juncal, desempeñan un papel básico en el entorno. Estas plantas filtran el agua, estabilizan los sedimentos y ofrecen refugio a pequeños invertebrados que, a su vez, son alimento para aves y peces. La interacción entre fauna y flora crea un equilibrio delicado que se ve afectado por cualquier alteración en la calidad del agua o en el régimen de mareas.

Además, mamíferos como la nutria también tienen presencia en este ecosistema. Su papel como depredador tope de la cadena alimentaria la convierte en un indicador de la buena salud del río y sus marismas. La coexistencia de tantas especies en un área relativamente pequeña demuestra la importancia de este humedal como núcleo de biodiversidad.

Amenazas que ponen en riesgo este santuario

A pesar de su protección legal, la desembocadura del Asón enfrenta diversas amenazas que comprometen su integridad ecológica. La contaminación por vertidos urbanos e industriales es uno de los principales problemas, ya que deteriora la calidad del agua y afecta a la fauna y flora, siendo necesario el desarrollo y consecución de proyectos como el colector del Asón. Además, el uso de pesticidas y fertilizantes en áreas agrícolas cercanas provoca la entrada de nutrientes excesivos, generando procesos de eutrofización que alteran el equilibrio del ecosistema.

Otra amenaza creciente es el cambio climático, que provoca la subida del nivel del mar y altera los patrones de lluvias y temperaturas. Estos cambios afectan a la salinidad y al régimen de mareas, impactando directamente en las especies que dependen de condiciones específicas. Asimismo, la fragmentación del hábitat por infraestructuras o la expansión urbanística también reduce las zonas de refugio y alimentación para muchas especies.

Por otro lado, la presión turística no regulada puede generar molestias a la fauna, especialmente en épocas críticas como la migración o la cría. La presencia humana excesiva en zonas sensibles provoca que muchas aves abandonen áreas de descanso. Si bien la gestión del Parque Natural ha implementado medidas de control, el reto es compatibilizar la conservación con el disfrute responsable de este espacio natural.

La importancia de la conservación activa

Por todo esto, proteger la desembocadura del Asón no implica únicamente establecer figuras legales de protección, sino también desarrollar acciones de conservación activa. Esto incluye la restauración de hábitats degradados, la mejora de la calidad del agua mediante el control de vertidos y la eliminación de especies invasoras que compiten con la flora y fauna autóctonas, medidas que están presentes en el proyecto de Restauración fluvial del río Asón y afluentes en Ampuero y reducción del riesgo de inundación en las zonas urbanas, T.M. de Ampuero, Cantabria.

La educación ambiental juega un papel básico en este proceso, con programas de sensibilización dirigidos a jóvenes, visitantes y comunidades locales para fomentar un mayor respeto por este entorno. De esta forma es cómo se puede llegar a entender que el equilibrio del ecosistema depende de la acción colectiva. Los voluntariados de seguimiento de aves o limpieza de marismas son ejemplos de cómo la ciudadanía puede involucrarse de forma directa. Además, la colaboración entre administraciones, científicos y organizaciones conservacionistas es imprescindible para afrontar los retos que amenazan este santuario.

Restauración fluvial del río Asón y afluentes en Ampuero y reducción del riesgo de inundación en las zonas urbanas cuenta con el apoyo de la Fundación Biodiversidad del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico (MITECO) en el marco del Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia (PRTR), financiado por la Unión Europea – NextGenerationEU.