La garza real (Ardea cinerea) es una de las aves más imponentes y características de los ecosistemas fluviales del norte de España. Su porte, elegante, con largas patas y un cuello estilizado, la convierte en una silueta inconfundible en las orillas de los ríos, estuarios y humedales. Esta ave, con una envergadura que puede superar los 170 centímetros, se ha ganado la atención de naturalistas, fotógrafos y amantes de la naturaleza, no solo por su belleza, sino también por su importancia ecológica.
A lo largo de los cauces del Cantábrico y los ríos interiores que bañan comunidades como Asturias, Cantabria, Galicia o el País Vasco, la garza real aparece como un símbolo de equilibrio natural. Su presencia está íntimamente ligada a la disponibilidad de agua y alimento, convirtiéndose en un indicador silencioso de la salud de estos entornos. Por ello, observar una garza en pleno vuelo en el Asón, o acechando en su orill,a es contemplar un fragmento de la relación ancestral entre fauna y río.
Más allá de su aspecto imponente, la garza real cumple un papel fundamental en la cadena trófica, actuando como depredador de peces, anfibios y pequeños invertebrados. Su comportamiento pausado, paciente y calculador le ha valido fama de ave sabia y observadora. Sin embargo, tras esa calma aparente se esconde un cazador eficiente y especializado, capaz de adaptarse a distintas condiciones ambientales.
Hábitat de la garza real en el norte de España
El hábitat de la garza real en los ríos del norte de España está marcado por la abundancia de humedales, estuarios y tramos fluviales. Estos espacios ofrecen el entorno perfecto para que el ave desarrolle sus habilidades de caza, gracias a la riqueza en peces, crustáceos y anfibios que albergan. Zonas como la ría de Villaviciosa en Asturias, las marismas de Santoña en Cantabria o la ría de Ortigueira en Galicia son ejemplos destacados de lugares donde la garza encuentra refugio constante.
Además de los espacios costeros, esta ave también frecuenta tramos interiores de ríos con vegetación ribereña densa. Los juncos, cañaverales y alisos cercanos al agua le proporcionan tanto áreas de descanso como puntos estratégicos para la vigilancia de posibles presas. Este equilibrio entre agua y vegetación es esencial para su supervivencia, ya que garantiza discreción al mismo tiempo que acceso a recursos abundantes. En épocas de migración, estos lugares se convierten en auténticos refugios naturales, vitales para la especie.
Alimentación y comportamiento de caza
La garza real es un depredador oportunista cuya dieta se basa principalmente en peces, aunque también incluye anfibios, pequeños mamíferos e invertebrados. Su estrategia de caza es un espectáculo de paciencia y precisión. La garza, permaneciendo inmóvil durante largos minutos en aguas poco profundas, espera el momento exacto para lanzar su largo y afilado pico hacia la presa. Este movimiento rápido y certero le asegura un alto porcentaje de éxito en sus capturas.
El comportamiento de la garza real refleja la especialización que ha desarrollado a lo largo de los siglos. Aunque puede cazar tanto de día como de noche, suele ser más activa al amanecer y al atardecer, momentos en los que el movimiento de peces e invertebrados es más intenso. Su estilo de vida solitario, excepto durante la época de cría, la convierte en un ave discreta, que pasa desapercibida pese a su tamaño.
Un aspecto interesante de la garza real en los ríos del norte de España es su capacidad de adaptarse a distintos ecosistemas acuáticos. No es raro verla pescando en aguas salobres de estuarios o incluso en embalses interiores. Esta versatilidad alimentaria es una de las claves de su éxito como especie. Sin embargo, también implica una estrecha relación con la calidad del agua, ya que la contaminación y la escasez de peces pueden afectar de manera directa su supervivencia.
Reproducción y colonias de cría
La garza real se reproduce en colonias conocidas como garceras, que suelen ubicarse en zonas arboladas próximas a ríos o lagunas. Estos lugares, a menudo aislados y tranquilos, ofrecen protección frente a depredadores y facilitan el acceso al alimento. El norte de España alberga estas colonias, algunas de ellas compartidas con otras especies de ardeidas, como la garceta común. La temporada de cría comienza en primavera, cuando las parejas se forman y refuerzan sus vínculos mediante rituales de cortejo.
Los nidos, construidos con ramas y situados en lo alto de los árboles, pueden reutilizarse durante varias temporadas. La hembra suele poner entre tres y cinco huevos, que ambos progenitores incuban durante unas cuatro semanas. Una vez nacen los polluelos, los cuidados parentales se vuelven esenciale. Los adultos regurgitan alimento para sus crías, garantizando su crecimiento en un entorno seguro. Este proceso de crianza dura alrededor de dos meses, tras los cuales los jóvenes comienzan a independizarse.
La presencia de estas colonias en los ríos del norte de España constituye un indicador positivo del estado de conservación de los hábitats fluviales. Sin embargo, las garceras también son sensibles a la perturbación humana y a la deforestación de áreas ribereñas. La protección de estos espacios resulta vital para asegurar la continuidad de la especie en la zona.
La garza real como indicador ecológico

Garza real en el río Asón – 29 de septiembre de 2025
La garza real no solo es un ave majestuosa, sino también un bioindicador clave de la calidad ambiental de los ríos y humedales. Su presencia está directamente relacionada con la abundancia de peces y con la pureza del agua, lo que la convierte en una especie de “termómetro natural” para evaluar la salud de los ecosistemas fluviales.
En el norte de España, donde la riqueza fluvial es notable, la garza real se ha consolidado como un referente de conservación. Proyectos medioambientales y asociaciones naturalistas han utilizado a esta especie como símbolo para sensibilizar a la sociedad sobre la importancia de cuidar los humedales y ríos. De esta manera, la protección de la garza implica de manera indirecta la protección de todo un ecosistema, incluyendo peces, anfibios, insectos y vegetación ribereña.
El futuro de la garza real en los ríos del norte dependerá en gran medida de las políticas ambientales y del compromiso ciudadano con el respeto a los entornos naturales. Mantener ríos limpios, preservar humedales y evitar la sobreexplotación de recursos acuáticos son acciones esenciales para asegurar su supervivencia.
Restauración fluvial del río Asón y afluentes en Ampuero y reducción del riesgo de inundación en las zonas urbanas cuenta con el apoyo de la Fundación Biodiversidad del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico (MITECO) en el marco del Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia (PRTR), financiado por la Unión Europea – NextGenerationEU.