A medida que las inundaciones se vuelven más frecuentes e intensas debido al cambio climático y la urbanización descontrolada, la gestión de los ríos requiere enfoques más sostenibles y efectivos. Una de las estrategias más prometedoras es la recuperación de la llanura de inundación, un concepto que apuesta por devolver al río el espacio que necesita para funcionar de manera natural. Lejos de ser un problema a eliminar, la llanura de inundación es un componente esencial para reducir riesgos y aumentar la resiliencia de las comunidades.
Durante décadas, la gestión fluvial tradicional se centró en canalizar y encauzar los ríos para proteger infraestructuras y tierras agrícolas. Si bien estas medidas podían ofrecer seguridad a corto plazo, a largo plazo han agravado el riesgo de inundaciones aguas abajo, fragmentado hábitats y reduciendo la capacidad natural del río para amortiguar crecidas. La recuperación de las llanuras de inundación representa un cambio de paradigma, porque en lugar de luchar contra el río, se busca convivir con él y aprovechar sus dinámicas naturales.
Esta estrategia se basa en principios de Soluciones basadas en la naturaleza (SbN), que promueven intervenciones inspiradas en los procesos ecológicos para gestionar problemas sociales y ambientales. Al permitir que el agua se extienda en zonas controladas durante crecidas, se disminuye la presión sobre las defensas urbanas y se reduce el riesgo de daños catastróficos. Además, estas llanuras recuperadas ofrecen beneficios añadidos como la mejora de la biodiversidad, el restablecimiento de la calidad del agua y el aumento de la calidad paisajística.
¿Qué es la llanura de inundación?
La llanura de inundación es el área adyacente al cauce de un río que se inunda de manera natural durante las crecidas. Estas zonas actúan como válvulas de seguridad del sistema fluvial, almacenando y ralentizando el exceso de agua en periodos de lluvia intensa. Su extensión, forma y dinámica dependen de factores como la geología, la pendiente del terreno y el régimen hidrológico del río. En este contexto, en estado natural, estas áreas suelen albergar ecosistemas muy diversos y productivos.
Las llanuras de inundación no son espacios estáticos ni homogéneos, incluyendo terrazas aluviales, humedales, canales secundarios y depresiones que se llenan o vacían según las variaciones estacionales del caudal. Esta variabilidad es esencial para muchos procesos ecológicos, debido a que permite la recarga de acuíferos, deposita nutrientes en suelos agrícolas y mantiene hábitats para especies adaptadas a ambientes inundables. En España, muchas llanuras de inundación han sido desecadas, urbanizadas o convertidas en tierras de cultivo intensivo, perdiendo sus funciones naturales, y aumentando la peligrosidad frente a avenidas.
Tal y como vemos, la pérdida o alteración de las llanuras de inundación tiene consecuencias graves. Al confinar el río en un cauce estrecho con diques, se eleva la velocidad y la energía del agua, aumentando el riesgo de inundaciones destructivas aguas abajo. Además, se destruyen hábitats y se interrumpe la conectividad ecológica entre el río y el valle. Por tanto, recuperar estas zonas significa revertir parte de esa degradación, devolviendo al río espacio para expandirse de manera controlada y restaurando los procesos naturales que mantienen la salud del ecosistema.
Soluciones basadas en la naturaleza (SbN) y llanura de inundación
Las Soluciones basadas en la naturaleza (SbN) son los enfoques que utilizan procesos y dinámicas ecológicas para resolver desafíos sociales como la gestión del agua, la adaptación al cambio climático y la conservación de la biodiversidad. En el caso de los ríos, como se ha establecido en el proyecto de restauración fluvial del río Asón y afluentes, las SbN proponen trabajar con la naturaleza en lugar de contra ella, integrando medidas que restauran funciones hidrológicas y ecológicas. La recuperación de llanuras de inundación es un ejemplo paradigmático de esta filosofía.
En lugar de construir muros o canalizaciones cada vez más altas para contener las crecidas, las SbN apuestan por devolver al río su espacio natural. Esto implica, por ejemplo, eliminar o reubicar diques, retranquear y crear motas frente a avenidas, reabrir cauces secundarios y reconectar el río con su llanura aluvial. Al permitir que el agua se expanda en áreas planificadas durante inundaciones, se reduce la presión sobre zonas urbanas y se evitan daños materiales, económicos y sociales. Se trata de un enfoque preventivo que se adapta a la dinámica natural del agua.
Además, las SbN promueven soluciones integrales y multifuncionales. Restaurar la llanura de inundación no solo protege contra inundaciones, sino que mejora la calidad del agua al filtrar sedimentos y contaminantes, recupera hábitats para fauna y flora autóctona y fortalece la capacidad del ecosistema para adaptarse al cambio climático.
Beneficios ecológicos y sociales de recuperar la llanura
La posibilidad de recuperar la llanura de inundación genera beneficios directos para la biodiversidad. Estas áreas son hábitats ricos y variados que albergan aves acuáticas, anfibios, peces, insectos y plantas adaptadas a condiciones inundables. La restauración de la conectividad entre el cauce y su llanura permite que especies desplazadas o en peligro recuperen territorio y fortalece los corredores ecológicos, facilitando el movimiento y la dispersión de la fauna en el ecosistema.
En el plano hidrológico, las llanuras de inundación actúan como esponjas naturales. Durante lluvias intensas, absorben y almacenan grandes volúmenes de agua, reduciendo la altura de la crecida en el cauce principal. Al liberar el agua gradualmente, ayudan a mantener el caudal base en épocas secas, mejorando la resiliencia del río frente a sequías. Además, la vegetación ribereña y los suelos aluviales filtran sedimentos y contaminantes, mejorando la calidad del agua que llega a acuíferos y comunidades.
Por otro lado, los beneficios sociales también son significativos. Al reducir el riesgo de inundaciones catastróficas, se protegen vidas humanas, viviendas, infraestructuras y tierras agrícolas. Las llanuras restauradas pueden convertirse en espacios recreativos y turísticos, generando oportunidades económicas y mejorando la calidad de vida de los habitantes.
Estrategias y retos para su implementación
La implementación de proyectos de recuperación de llanuras de inundación requiere planificación y visión a largo plazo. Un paso clave es identificar y cartografiar las zonas potenciales para restaurar, analizando su capacidad de almacenamiento, la presencia de infraestructuras y los usos del suelo. También es necesario dialogar con propietarios, comunidades y administraciones para conciliar intereses y garantizar el éxito social del proyecto. Sin consenso, incluso las mejores soluciones técnicas pueden fracasar.
Una estrategia complementaria es el desplazamiento y creación controlada de motas naturales para ampliar el espacio del río, acompañado de la eliminación de obstáculos que interrumpen la conectividad lateral. En algunos casos, se recuperan canales secundarios o se reforestan las llanuras con especies autóctonas para mejorar su capacidad de retención y su valor ecológico. Estas intervenciones suelen requerir inversiones importantes, pero a largo plazo son más eficientes que mantener infraestructuras grises.
Además, también es clave contar con monitoreo y evaluación para ajustar las acciones y demostrar resultados. La cooperación entre administraciones, científicos, ingenieros y comunidades es primordial para diseñar soluciones integradas y efectivas. Esta capacidad de recuperar las llanuras de inundación no es solo una cuestión técnica, sino también un ejercicio de gobernanza, planificación territorial y compromiso con un futuro más seguro y sostenible.
La restauración fluvial del río Asón y afluentes en Ampuero y reducción del riesgo de inundación en las zonas urbanas cuenta con el apoyo de la Fundación Biodiversidad del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico (MITECO) en el marco del Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia (PRTR), financiado por la Unión Europea – NextGenerationEU.