Las marismas del Cantábrico son uno de los tesoros ecológicos más valiosos del norte de España. Entre los juncales, canales y limos que componen estos humedales costeros, hay una familia de aves que despierta admiración por su elegancia y su carácter paciente: las garzas. Estas aves zancudas, de cuello largo y vuelo pausado, son símbolos de la tranquilidad de los estuarios y testigos de la calidad ambiental de sus aguas.
Entre todos los enclaves cantábricos, destacan las Marismas de Santoña, Victoria y Joyel, en Cantabria, un complejo de humedales que constituye el refugio más importante para las garzas en esta franja litoral. Allí conviven, en diferentes épocas del año, varias especies residentes, migradoras o invernantes que conforman un mosaico de diversidad y adaptaciones.
A continuación, repasamos los principales tipos de garzas del cantábrico que pueden observarse en la región, sus hábitos, su biología y su papel en los ecosistemas costeros.
- Garza real (Ardea cinerea): la reina indiscutible
La garza real es la más grande y menos discreta de todas. Su silueta alargada y su plumaje gris ceniza con cuello blanco y penacho negro la hacen inconfundible. Con más de un metro de altura y una envergadura que puede superar los 1,70 metros, es una presencia habitual tanto en las marismas como en los ríos y embalses del interior.
En las Marismas de Santoña, Victoria y Joyel, la garza real es residente durante todo el año, aunque su población aumenta notablemente en invierno con la llegada de ejemplares del norte de Europa. Es un ave paciente y metódica: permanece inmóvil durante largos minutos acechando peces, anfibios o pequeños crustáceos, para lanzar luego su largo pico en un rápido movimiento letal.
Durante la época de cría forma colonias mixtas llamadas garceras, que a veces comparte con garcillas bueyeras o garcetas comunes. Algunas de estas colonias se localizan en alisos o sauces cercanos a los canales de marea. La garza real es, sin duda, la imagen icónica del humedal cantábrico.
Si quieres informarte más sobre la garza real, puedes leer en el siguiente artículo.

Garza real (Ardea cinerea)
- Garceta común (Egretta garzetta): la elegancia blanca
Más pequeña y esbelta que la garza real, la garceta común destaca por su plumaje totalmente blanco, su pico negro y sus patas oscuras con dedos amarillos. Este contraste, le da una elegancia especial, sobre todo cuando se mueve por los limos o se refleja sobre el agua calma.
La garceta común es una especie típicamente costera en el norte peninsular. En las marismas puede observarse durante todo el año, aunque en invierno se concentra en grupos más numerosos. Es muy activa y sociable: suele alimentarse en grupo, batiendo el agua con sus patas para ahuyentar a los peces y cazarlos con movimientos rápidos del pico.
Su recuperación en España ha sido notable: hace unas décadas era escasa, pero la protección de los humedales y la creación de reservas han permitido su expansión. Hoy en día, es frecuente verla tanto en las marismas como en pequeños puertos y estuarios del Cantábrico.

Garceta común (Egretta garzetta)
- Garcilla bueyera (Bubulcus ibis): la oportunista viajera
La garcilla bueyera, de aspecto compacto y plumaje blanco, es una recién llegada al norte. Originaria de África, ha colonizado Europa en las últimas décadas, adaptándose con gran éxito a entornos agrícolas y ganaderos. Su nombre proviene de su costumbre de seguir al ganado (como por ejemplo, vacas, caballos o búfalos) para capturar insectos que levantan al caminar.
En el Cantábrico es menos abundante que la garza real o la garceta común, pero cada vez más frecuente. En las Marismas de Santoña se observan grupos dispersos, especialmente en primavera y otoño, coincidiendo con los movimientos migratorios. También se han registrado algunas pequeñas colonias de cría en zonas de carrizo y alisedas cercanas.
A diferencia de otras garzas, la bueyera pasa más tiempo en prados y campos que en el agua. Su expansión hacia el norte se asocia tanto al cambio climático como a su capacidad de convivir con el ser humano.

Garcilla bueyera (Bubulcus ibis)
- Garza imperial (Ardea purpurea): la joya esquiva
La garza imperial es la más vistosa y, al mismo tiempo, la más difícil de observar. Su plumaje mezcla tonos rojizos, violáceos y azulados, lo que la convierte en una auténtica joya entre los juncales. Aunque su tamaño es similar al de la garza real, su cuello más estilizado y sus tonos cálidos la distinguen fácilmente.
En las marismas cantábricas aparece como especie migradora: llega en primavera desde África y pasa el verano en zonas tranquilas de carrizal, donde cría de forma muy discreta. En las marismas de Santoña, Victoria y Joyel, su presencia es esporádica pero regular, especialmente en los sectores interiores del humedal donde la vegetación palustre es más densa.
Su alimentación se basa en peces, anfibios e invertebrados acuáticos, que captura acechando entre los tallos del carrizo. Su comportamiento tímido y su preferencia por zonas de difícil acceso la convierten en una especie emblemática, apreciada por los ornitólogos.

Garza imperial (Ardea purpurea)
- Avetorillo común (Ixobrychus minutus): el secreto del carrizal
El avetorillo común es la garza más pequeña de Europa, y una de las más secretas. Apenas mide entre 35 centímetros y se camufla perfectamente entre los tallos de los juncos y carrizos gracias a su plumaje ocre y pardo. Su estrategia defensiva es tan curiosa como eficaz: cuando se siente observado, se estira verticalmente y se queda inmóvil, imitando un tallo seco.
En el Cantábrico su presencia es estacional, ligada a la reproducción en primavera y verano. En las marismas cría en pequeñas colonias ocultas en el interior del carrizal, donde construye un nido flotante. Su canto es bajo y profundo, pero es más fácil de oír que de ver.
A pesar de su tamaño, el avetorillo desempeña un papel importante en el control de poblaciones de anfibios e insectos acuáticos, y es un indicador del estado de conservación del carrizal.

Avetorillo común (Ixorbrychus minutus)
- Avetoro común (Botaurus stellaris): el misterioso gigante
El avetoro común es el pariente más robusto del avetorillo y, probablemente, el más esquivo de todos los ardeidos. Su plumaje críptico, de tonos pardos y dorados, lo hace casi invisible entre los carrizos.
En el norte de España, el avetoro es un visitante invernal escaso (está en peligro crítico), aunque en el cantábrico se registran individuos cada año, refugiados en los sectores más tranquilos del humedal. Su dieta es variada: peces, ranas, micromamíferos y pequeños reptiles.
Su conservación preocupa a los gestores ambientales, ya que depende de carrizales extensos y bien conservados, hábitats cada vez más escasos. El avetoro es, en cierto modo, el símbolo de la naturaleza oculta que aún resiste en las marismas cantábricas.

Avetoro común (Botaurus stellaris)
El papel ecológico de las garzas en los humedales cantábricos
Todas estas especies cumplen un papel esencial en el equilibrio ecológico de los humedales. Como depredadores de peces, anfibios e invertebrados, ayudan a mantener las poblaciones controladas y a detectar alteraciones en el ecosistema. Además, su presencia indica el estado ambiental, ya que dependen de aguas limpias y vegetación bien estructurada.
Las Marismas de Santoña, Victoria y Joyel, declaradas Parque Natural y Zona Ramsar, ofrecen un ejemplo de éxito en la conservación de estos ecosistemas. Su gestión ha permitido la coexistencia de usos humanos con la protección de la avifauna, convirtiéndose en un punto clave de observación de aves en el norte de España.
Por lo tanto…
Los tipos de garzas del Cantábrico son más que simples aves elegantes: son centinelas de la salud de nuestros humedales y embajadoras de la biodiversidad costera. Desde la imponente garza real hasta el diminuto avetorillo, todas ellas nos recuerdan el valor de conservar los espacios naturales donde el agua, la tierra y la vida se entrelazan.
Observar una garza en las Marismas de Santoña, quieta como una estatua o elevándose con su vuelo pausado sobre la ría, es contemplar la armonía de la naturaleza cantábrica en su máxima expresión.
Restauración fluvial del río Asón y afluentes en Ampuero y reducción del riesgo de inundación en las zonas urbanas cuenta con el apoyo de la Fundación Biodiversidad del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico (MITECO) en el marco del Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia (PRTR), financiado por la Unión Europea – NextGenerationEU.
